jueves, 25 de enero de 2007

De cómo a veces los pequeños detalles hacen que todo cambie

Hay días en los que siento que sería mejor no salir de la cama, etapas en las que todo me supera y llego al punto de decir: que se pare el mundo que yo me bajo. He aprendido a tomarme las cosas con más calma, a no tomármelo todo tan en serio, pero a veces es difícil y no puedo evitar agobiarme. Pero de repente un día como hoy me levanto de la cama y al mirar por la ventana descubro que está nevando y una sonrisa se instala en mi cara porque pocas cosas en el mundo me hacen sentir tan bien (quizá solo sea comparable la sensación de bienestar tan agradable que me produce el despertarme con el olor del café recién hecho... hmmm).
Entonces me alegro de volver a descubrir lo maravilloso de las pequeñas cosas, de esos pequeños detalles que hacen que uno se sienta bien, simplemente feliz aunque sólo sea momentáneamente; que te recuerdan que la vida merece la pena.